Una explosión ensordecedora parte el cielo en medio de la noche. La violencia de la vibración hace que algunos edificios resulten dañados. Sin embargo, no hay ni una sola nube sobre la ciudad de la que pueda haber surgido una descarga eléctrica tan poderosa. Acaba de ocurrir un “cielomoto”.
El 15 de febrero de 2010, la ciudad de Montevideo se vio azotada por uno de los fenómenos más raros y enigmáticos de la naturaleza, uno para el que la ciencia aún no ha encontrado explicación.
“Yo estaba durmiendo cuando de repente sentí ese enorme estruendo”, relata uno de los tantos uruguayos que publicó su experiencia en un blog después de aquel incidente. “Primero pensé en un trueno y esperé un segundo, pero no hubo tal”.
“¡Hoy me desperté con el ruido de una explosión!”, dice otro. “Al principio pensé que era un trueno muy, muy fuerte. Me levanté a cerrar las ventanas, pero no parecía haber tormenta”. “Yo lo sentí en los pies, como un temblor pequeño. Vivo en la zona del aeropuerto”, suma un tercero.
El tan poco estudiado fenómeno de los cielomotos (temblores del cielo) consta en una onda vibratoria aparentemente causada por una poderosa explosión en algún lugar de la atmósfera. Aún más fugaz que la mayoría de los terremotos, no existen hasta el día de hoy fotografía o grabación alguna que ayude a dilucidar de qué se trata este hecho misterioso.
“No tienen una explicación lógica”, dice a la AFP el meteorólogo uruguayo Núbel Cisneros. “No pueden ser anticipados ni detectados”. “Se concluye que se trata de cielomotos en base a los testimonios de las personas”.
Pero en el caso de cielomotos como el de Montevideo, queda más que solo el testimonio de los lugareños: rajaduras en estructuras y daños auditivos también suelen ser reportados. En algunos casos hay incluso hospitalizaciones, dolores de cabeza y desórdenes estomacales, aunque nunca se haya sabido de alguna muerte relacionada con estos fenómenos.
Un fenómeno nada nuevo
El primer registro en el que se tenga constancia de los cielomotos data de febrero de 1829, cuando un grupo de colonizadores en Nueva Gales del Sur, Australia, escribió en su bitácora de viaje: “A eso de las 3 de la tarde, el Sr. Hume y yo estábamos escribiendo una carta sobre el suelo. El día había sido sorprendentemente bueno, sin una nube en el cielo ni la más leve brisa. Repentinamente escuchamos lo que parecía ser la detonación de un cañón a una distancia de cinco a seis millas. No era el sonido hueco de una explosión terrestre, ni el sonido producido por un árbol que cae, sino el sonido clásico de una pieza de artillería. (…) Uno de los hombres se trepó enseguida a un árbol, pero no pudo ver nada fuera de lo común”.
Durante la ocupación inglesa en Asia, en la zona de Barisal, muchos soldados también creían escuchar disparos de cañón de un ejército enemigo que nunca existió. Se dice que los nativos se reían de la reacción de los extranjeros ante aquellos sonidos que ellos ya conocían.
En Nueva Inglaterra, aquellas explosiones también eran conocidas por los aborígenes, que las llamaban con el nombre de “Morhemoodus”; los nativos de Ohio, en EE.UU., también tenían su nombre propio para denominar esos sonidos; en Italia actualmente se lo conoce con el término de “Brontidi”.
Básicamente, el fenómeno de los cielomotos es conocido en cada continente y de muchas formas distintas. En algunas regiones el fenómeno se incrementa en ciertas épocas del año; en otras, como en el norte de Irlanda, son frecuentes durante todas las estaciones. Probablemente sea un proceso que ha existido siempre, aunque su origen real es imposible de determinar.
¿Producto de la naturaleza o de nuevas tecnologías?
En 1956, la ciudad de Sarasota, en la costa ocidental de Florida, se vio movida por una batería de explosiones producidas en la atmófera. Desde las 21:00 a las 23:00 hrs., las oficinas del Herald Times se dedicaron a recibir decenas de testimonios sobre aquel perturbador hecho, incluyendo el de un piloto que decía haber visto dos destellos de luz sobre la ciudad.
En 1977, los habitantes de un pueblo de Connecticut, Canadá, se vieron horrorizados por un gran cielomoto al que acompañaba un grupo de misteriosas luces.
Se dice que para la década del 70, los cielomotos llegaron a ser un tema tan engorroso para los EE.UU. que el propio presidente Jimmy Carter ordenó una investigación oficial sobre el asunto. ¿Qué era lo que causaba esos sucesos casi paranormales?
Según las diferentes teorías tejidas alrededor de los “sismos del aire”, estos se producirían por:
Aviones supersónicos
Naves experimentales
Burbujas subterráneas de gas liberadas a la atmósfera
Anomalías eléctricas atmosféricas
Rompimiento de olas en zonas costeras
Meteoritos
El proyecto HAARP
Simples terremotos
Cada una de las posibles explicaciones halla un desafiante inconveniente, y muchas de ellas casi se descartan por sí solas: nunca se ha visto una burbuja de gas salir de un lago, no todos los cielomotos se hallan en zonas costeras y muchos testigos que saben cómo suenan las explosiones de aviones supersónicos niegan que esto se trate de algo parecido.
Aunque el fenómeno de los cielomotos parece innegable a todas luces, su misterioso origen hace que nos preocupemos por determinar, al menos, qué es lo que lo provoca. Mientras tanto, solo queda esperar pacientes, sin la más mínima certeza de cuándo y dónde se producirá el próximo estallido.
Otros casos famosos
En 1976 la ciudad de Estocolmo fue perturbada por una explosión que hizo temblar las ventanas y caer objetos de mesas y repisas. Días después, la capital noruega de Oslo sufriría otra “detonación” en las capas superiores de la atmósfera.
- El 9 de febrero de 1994 a las 20:20 hs. un cielomoto fue sentido en la ciudad estadounidense de Pittsburgh y sus cercanías.
- El 12 de enero de 2004, un cielomoto sacudió Dover, estado de Delaware. Aunque las autoridades dijeron que se trataba de un dinamitado en una cantera local, los sismógrafos no indicaron movimiento terrestre alguno.
El 26 de octubre de 2006, los pueblos entre Cornualles y Devon, Reino Unido, dijeron que unas misteriosas explosiones habían causado daño a las pintorescas casas de la región.
Fuente: La Gran Época.com