Los encargados de la defensa de Occidente y los que lo eran hasta hace poco están preocupados.
Hablan sin cesar de la decadencia de sus propias fuerzas y de la mejora de las de sus rivales, y les inquietan las consecuencias a largo plazo para la estabilidad en muchas partes del mundo.
"Lo que hemos visto en las últimas dos décadas es una especie de desarme físico y moral... estamos en un lugar muy peligroso", dice el general Richard Shirreff, quien hasta el verano pasado fue el número dos en la estructura militar de la OTAN.
Y, al explicar que Estados Unidos ha comprado muy pocos aviones de combate, el exjefe adjunto de la Fuerza Aérea de EE.UU., el teniente general David Deptula, opina: "tenemos una fuerza geriátrica".
Pero, ¿cómo puede ser cierto si tanto la OTAN y como EE.UU. gastan vastas cantidades de dinero en sus ejércitos?
Salarios y juguetes caros
Son furtivos pero también costosos.
Según le dijo a la BBC Michele Flournoy, quien hasta 2012 ostentó el tercer cargo en importancia en el Pentágono, más de la mitad del presupuesto se va en salarios, mientras que los poderes emergentes, como Rusia, China e India, gastan mucho menos en quienes visten uniforme.
El ejército también ha contribuido a sus propias desventuras al conspirar con contratistas de defensa para hacer armas cada vez más costosas de las que no puede comprar las mismas cantidades que las que debe reemplazar.
Pierre Sprey, diseñador en jefe del caza F-16 subrayó las consecuencias desastrosas de pagar cientos de millones de dólares por cada avión furtivo.
"Es un triunfo de las artes negras vender un avión que no funciona", dijo.
"Básicamente, hemos arruinado el poder aéreo estadounidense".
Equipos mayores de edad
Desde 2012, EE.UU. ha cortado su gasto militar de 4,6% a 3,9% del PIB.
Como resultado de estas prácticas de adquisición, los cazas del Pentágono ahora son en promedio de hace 24 años y los bombarderos, de 38.
El año pasado compró menos aviones que cualquier otro año desde 1915 y por primera vez Rusia le aventajó en entregas de cazas.
Por supuesto que EE.UU. sigue teniendo una fuerza muy grande; será sólo durante la próxima década que se empezarán a notar las consecuencias del creciente envejecimiento de gran parte de sus equipos, muy probablemente en la forma de una baja significativa en el número de sus principales sistemas de armamento.
Los senadores republicanos han prometido frenar los planes del presidente Barak Obama de hacer importantes cortes en el gasto de Defensa (como proporción del PIB), pero hasta ahora no han cambiado la tendencia general.
Otra guerra fría
Con Washington enfocado cada vez más en China y la presión para que se hagan más cortes, la idea de que EE.UU. debe seguir cargando con el 70 a 75% del gasto de la OTAN es "insostenible", según Douglas Lute, embajador de EE.UU. a la alianza del Atlántico Norte.
De manera que aunque el Pentágono ha mandado un puñado de soldados y jets tras la crisis de Ucrania, está dejando a los europeos la cuestión de escoger la mejor manera de responder a la creciente firmeza del Kremlin.
Quizás la advertencia más cruda sobre la situación de la defensa de Occidente es la de Anders Fogh Rasmussen, el secretario general de la OTAN.
Anders Fogh Rasmussen piensa que entre menos se invierta en defensa, menos influencia internacional se tiene.
"Mi opinión es que hemos entrado en una nueva era de guerra fría y creo que durará décadas".
Las consecuencias de que la capacidad militar de Occidente esté en declive en momentos en los que sus rivales se hacen más fuertes son tema de acalorados debates.
Rusia y China exigen más libertad para lidiar con los retos de seguridad en sus periferias sin que EE.UU. interfiera.
Mientras que el canciller ruso Sergei Lavrov advierte que Washingon se va a tener que acostumbrar a un mundo más multipolar, sin un poder dominante único, en Occidente a muchos especialistas en defensa y seguridad les preocupa que la ventaja que alguna vez se tuvo haya desaparecido para siempre.
Fuente: BBC Mundo