miércoles, 27 de mayo de 2015

¿Cómo estaría la capa de #ozono si los #gobiernos no hubiesen firmado el #Protocolo de #Montreal?

La capa de ozono se extiende aproximadamente de 15 a 50 km de altitud, reúne el 90% de este gas presente en la atmósfera y absorbe del 97 al 99% de la radiación ultravioleta de alta frecuencia. En las últimas décadas, la disminución del grosor de esta capa, o el agujero de la capa de ozono, ha sido objeto de preocupación para los científicos.

En 1985 un equipo de científicos del Estudio Británico de la Antártida en Cambridge (Reino Unido) dio la voz de alarma en la revista Nature al descubrir que la capa de ozono de la Tierra estaba disminuyendo drásticamente en la Antártida. Debido a este desgate, aumentarían los casos de melanomas, de cataratas oculares, supresión del sistema inmunitario en humanos y en otras especies. También afectaría a los cultivos sensibles a la radiación ultravioleta.

Ante esta situación, los gobiernos firmaron el 16 de septiembre de 1987 el Protocolo de Montreal (Canadá) en el que se obligó a los países firmantes a disminuir el uso de compuestos químicos como los clorofluorocarbonos (CFC) como refrigerantes industriales, propelentes, y fungicidas de suelo (como el bromuro de metilo) que destruyen la capa de ozono. En 1993 se observó la mayor concentración atmosférica de estas sustancias. A partir de ese momento empezaron a disminuir.

Treinta años después del artículo de Nature, Martyn Chipperfield, investigador en la Universidad de Leeds (Reino Unido), y su equipo demuestran con un modelo químico-atmosférico en 3D que los objetivos del Protocolo de Montreal ya se han cumplido. Sin protocolo, “habríamos tenido una catastrófica reducción de la capa de ozono en todo el mundo para mediados del siglo XXI”, dice a Sinc Chipperfield, autor principal del estudio que se publica en la revista Nature Communications.

(A la derecha, la apariencia que habría tenido el agujero de la capa de ozono el 26 de marzo de 2011 si no hubiera existido el Protocolo de Montreal. A la izquierda, cómo apareció la capa de ozono ese mismo día gracias a las medidas del protocolo. / Chipperfield et al.| Nature Communications)

El tratado internacional de Naciones Unidas ha evitado importantes aumentos en los niveles de la radiación UV en la superficie, “que habría provocado grandes incrementos de la incidencia de cáncer de piel en humanos y daños en otros órganos”, añade el investigador quien recalca que el agujero de ozono del Antártico se podría haber incrementado un 40% para 2013 si no se hubieran tomado las medidas oportunas.

Menos radiación, menos riesgo para la salud

El trabajo demuestra que a altitudes medias, donde las personas son más sensibles al daño de los rayos UV, el porcentaje de cambios en la radiación UV en la superficie es importante. 

Así, en las áreas más pobladas de Australia y Nueva Zelanda, que tienen las tasas más altas de mortalidad por cáncer de piel, el modelo predice que la radiación UV en la superficie se habría podido incrementar entre el 8% y el 12%. En el norte de Europa, incluido el Reino Unido, los incrementos habrían superado el 14% para 2013. “Usamos el modelo para calcular qué habría pasado si los contaminantes CFC u otros gases destructores del ozono hubieran seguido creciendo sin protocolo”, comenta a Sinc Chipperfield.

Según la simulación por ordenador, “ahora mismo tendríamos agujeros regulares en la zona del Ártico, en la Antártida los agujeros serían mucho más grandes y la reducción de la capa de ozono en latitudes medias sería más del doble comparado a las que se han observado en realidad en los momentos de mayor concentración”, subraya el investigador.

La disminución de la capa de ozono en las regiones polares depende de la meteorología, sobre todo en el caso de temperaturas frías a 20 km de altitud, ya que provocan más pérdida de ozono. El equipo usó las condiciones meteorológicas actuales observadas en las últimas décadas para proporcionar una simulación más precisa para las pérdidas de ozono de los polos.

Aunque en el momento en el que se firmó el protocolo de Montreal, “las causas exactas del agujero de ozono del Antártico no estaban claras” –dice el investigador– el tratado ha permitido que los países firmen para limitar modestamente los contaminantes, a la espera de reforzar su compromiso una vez que la ciencia aportara más evidencias.

Esto ha reducido las barreras para firmar y ha facilitado los acuerdos”, concluye el autor quien añade que el protocolo también ha aportado los fondos necesarios para que los países en desarrollo opten por alternativas menos contaminantes.

Fuente: BioBioChile.cl


domingo, 24 de mayo de 2015

¿Podríamos evitar el #choque de un #asteroide con la #Tierra?

"Meteor", "Armageddon", "Deep Impact"... Muchas son las películas que nos llevan al hipotético caso en el cuál un asteroide amenaza con chocar con la Tierra. ¿Estaríamos preparados para evitarlo?

Introducción

Hoy en día se sabe a ciencia cierta que fue un el impacto de un meteorito el que contribuyó a la extinción de los dinosaurios. Se tiende a pensar que si algo no ha pasado durante nuestra vida no constituye una amenaza, sin embargo, el 15 de febrero de 2013 cayó un meteorito de 17m de diámetro en la región rusa de Chelyabinsk. Este meteorito liberó 30 veces más energía que la bomba de Hiroshima.

Sin embargo su composición parcialmente rocosa y la inclinación con la que entró en la atmósfera (unos 20º) hizo que explotara a 20.000 metros de altura, provocando solo 1.100 heridos. Si hubiese sido ferroso o hubiese caído con más verticalidad, hubiese causado literalmente una catástrofe como la que pudo causar el meteorito caído en Tunguska, Rusia, en 1908, que arrasó 2000 km2 pero que afortunadamente cayó en una zona de bosque deshabitado.

En el siguiente vídeo podéis ver imágenes tanto del meteorito como de la onda de choque, que fue la que causó los destrozos. https://youtu.be/tq02C_3FvFo

¿Por qué no se detectó?

Según los cálculos de la trayectoria realizados por Mark Boslough, a partir de los vídeos y fotografías tomados en Chelyabinsk, confirmaron una de las sospechas de por qué no se detectó con los telescopios terrestres: el asteroide se aproximó desde la dirección del Sol. Cualquier asteoride cercano a la Tierra es totalmente invisible cuando se encuentra entre nuestro planeta y el Sol. Es un "handicap" de nuestra capacidad de detección. ¿Cuál sería la solución?Colocar un telescopio en el espacio.

Los esfuerzos de la NASA por localizar objetos cercanos a la Tierra (Near Earth Objects o NEOs) ha conseguido que se descubran un 90% de los objetos mayores de 1 km. Sin embargo, se estima que sólo el 1% de los objetos de un tamaño similar al de Tunguska han sido detectados.

Sentinel, un proyecto de la Fundación B612, sin ánimo de lucro, pretende lanzar en 2018 un telescopio infrarrojo que orbitará alrededor del Sol al igual que los demás planetas, con una órbita similar a la de Venus. El costo del proyecto se estima en unos 400 millones de dólares y cualquiera puede realizar donaciones para que se convierta en una realidad. El Sentinel espera descubrir durante el primer año 200.000 NEOs. La tasa actual es de unos 1.000, para que nos hagamos una idea.

Métodos de evitar la colisión

1. Destrucción del asteoride

Esta solución, aunque es la favorita de Bruce Willis es muy posible que no sea una solución "definitiva". En Deep Impact el primer intento de destruir la amenaza (un cometa en este caso) con un misil sólo consigue fragmentarlo. Luego consiguen destruirlo con una explosión mayor pero de todas maneras, ¿dónde irán todos esos restos? Esta "solución" seguramente sólo conseguiría esparcir los impactos por todo el globo y agravar el problema.

2. Desviar el asteroide

¿Por qué destruirlo? Otra opción, quizás más sensata, sería disparar un misil menos potente contra el asteroide pero no con el objetivo de destruirlo, sino de desviarlo. A esto es a lo que se llama impactador cinético.

La NASA cuenta con un con un cañón diseñado para estudiar estas dos opciones. El juguete se llama AVRG (Ames Vertical Gun Range) y es capaz de disparar proyectiles a unos 20.000 km/h, es decir, a 5 km/s.

El experimento realizado en este laboratorio de la NASA ha probado ambas opciones con éxito, consiguiendo destruir el asteroide con el proyectil de 6 mm y desviándolo con el de 3 mm. Las matemáticas cuadran y los cálculos se conocen con precisión en caso de que fuera necesario desviar el asteroide.

La Tierra se desplaza a 107.000 km/h. Esto quiere decir que cada 8 minutos recorre una distancia igual a su tamaño. Sólo tendríamos que trastocar los plazos un poco. Si conseguimos que el asteroide pase por el punto de colisión 3 minutos antes o 3 minutos después la Tierra ya no estará ahí. Por eso es tan fácil este método a grandes distancias.
Por lo tanto, el proyectil tiene que ser puesto en órbita muchos años antes de que el asteroide se aproxime a la Tierra. Lo que realmente necesitamos es tiempo. Necesitamos una década de advertencia.

3. Tractor gravitatorio

Esta opción consiste en colocar una pequeña nave en órbita alrededor del asteroide y remolcarlo. Aunque muy pequeña, una nave espacial tiene una gravedad propia, lo que podría desviarlo de su trayectoria original con suficiente tiempo, actuando como una cuerda de remolque. No es tan eficaz como un bombardeo cinético pero es controlable.

Alternativas: La minería espacial

Los asteorides arrojaron, seguramente, compuestos orgánicos sobre la superficie de la Tierra durante su etapa de formación y quizás también otros materiales como platino, oro y agua. Planetary Resources es una empresa que pretende explotar asteroides con fines comerciales. La idea consiste en modificar la órbita de un asteroide que se aproxime a la Tierra, con el fin de ponerlo en órbita por ejemplo, alrededor de la Luna y utilizar los recursos de ese asteroide. Otro propósito de esta empresa es utilizar los asteroides como bases de repostaje para futuras misiones espaciales.

Conclusiones

Después de todo, parece claro que tenemos la capacidad técnica para desviar un asteroide (o cometa) con el fin de evitar una colisión con la Tierra. Sin embargo, primero es necesario aumentar nuestra capacidad de localizar los objetos potencialmente peligrosos. Para ello se pretende lanzar el Sentinel al espacio, que permitirá observar la zona que no podemos vigilar actualmente por culpa del Sol, y tendremos que mejorar el instrumental para ser capaces de observar los cuerpos más pequeños que hoy en día son prácticamente imposibles de detectar.

Fuente: CienciaOFiccion.com