Hoy en día, los científicos entienden los terremotos mucho mejor que hace 50 años, pero todavía no pueden igualar la capacidad de predicción que poseen algunos animales, quienes según varios estudios pueden detectar la actividad sísmica días antes de que suceda el terremoto.
Un estudio de 2010 publicado en el Journal of Zoology encontró que el 96 por ciento de una colonia de sapos abandonó su estanque cinco días antes del terremoto que azotó a L'Aquila, Italia, en 2009, a 74 kilómetros de distancia del epicentro. Los investigadores no están muy seguros de cómo lo hicieron, pero se cree que pueden detectar signos sutiles, como la liberación de gases y partículas cargadas, que pueden ocurrir antes de que suceda el sismo.
En un estudio mucho más reciente realizado en una región amazónica del Perú y publicado el pasado marzo en el Journal Physics and Chemistry of the Earth, un equipo de investigadores registró cambios en el comportamiento de los animales tres semanas antes de que un terremoto de magnitud 7.0 azotara la zona en 2011.
Con los humanos es distinto. A medida que la ciencia avanza, el área de estudio sobre la predicción de terremotos ha progresado considerablemente, pero aún es un área muy joven.
La tectónica de placas, que es nuestro marco básico para la comprensión de cómo ocurren los terremotos, tiene tan sólo 50 años de edad, por lo que a la fecha no existe y en un futuro cercano difícilmente existirá alguna predicción exacta de un sismo.
Sin embargo, los científicos pueden predecir dónde es probable que ocurran terremotos importantes con base en el movimiento de las placas tectónicas y la ubicación de zonas de falla. También pueden hacer conjeturas generales sobre cuándo podrían ocurrir terremotos en un área determinada, observando la historia de los terremotos en esa región y detectando el lugar en donde la presión se acumula a lo largo de las fallas. Por ejemplo, si una región ha experimentado cuatro terremotos de magnitud 7 o mayor durante los últimos 200 años, los científicos calculan la probabilidad de que ocurra otro sismo de magnitud 7 durante los próximos 50 años en un 50 por ciento. Pero estas predicciones pueden ser poco fiables, ya que, cuando la tensión se libera en una parte de un sistema de fallas, en realidad puede aumentar la tensión en otra parte.
Como resultado, la mayoría de las predicciones de terremotos son, en el mejor de los casos, vagas. Los científicos han tenido más éxito prediciendo réplicas después de que sucede el terremoto inicial. Estas predicciones se basan en estudios amplios de patrones de réplicas. Los sismólogos logran hacer buenas suposiciones de cómo un terremoto originado a lo largo de una falla puede provocar terremotos adicionales en fallas conectadas.
Otra área de estudio se refiere a la relación entre cargas magnéticas y eléctricas de material rocoso y los terremotos. Algunos científicos han planteado la hipótesis de que estos campos electromagnéticos cambian de una manera determinada justo antes de un terremoto. Los sismólogos también están estudiando la filtración de gas y la inclinación de la Tierra como señales de alerta de sismos. En 2009, por ejemplo, un técnico del Instituto Nacional de Física Nuclear de Italia afirmó que fue capaz de predecir el terremoto de L'Aquila midiendo el gas radón que se filtra de la corteza terrestre. Sus resultados siguen siendo controvertidos
En conclusión, en este momento predecir un sismo con fecha, hora y lugar exacto es imposible.
Fuente: How Stuff Works
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