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viernes, 23 de octubre de 2015

#CONFIRMADO: SE ESPERA UNA NUEVA #ERUPCION EN #YELLOWSTONE

El Gobierno de los Estados Unidos solicitó formalmente a varios países albergar ciudadanos norteamericanos en caso de que la erupción se produzca.

La prensa mundial e Internet arden, desde que el diario “The Afrikaaner”, de Sudáfrica, publicara la noticia de que el Congreso Nacional Africano (ANC) recibió la petición formal, por parte de las autoridades americanas, de formar parte integral de un plan de contingencia nunca antes visto, ante la inminente posibilidad de que un desastre natural de magnitudes colosales arrase la mayor parte del territorio de Norteamérica.

Según el artículo, esa nación ofrecía pagar a Sudáfrica la gigantesca suma de 10 mil millones de dólares al año, durante toda una década, a cambio de que ofreciera refugio temporal a sus ciudadanos en caso de que el supervolcán deYellowstone, en los Estados Unidos, llegue a entrar en erupción.

De acuerdo a la noticia, los países que ya estarían participando de este plan incluyen a ArgentinaAustralia y Brasil.

Así, los Estados Unidos estarían a la espera de que una gran erupción de este supervolcán se produzca en los próximos diez años. Ante lo cual, sus autoridades habrían ofrecido pagar a un grupo de países, cuidadosamente escogidos, tan significativa suma de recursos si acceden a dar amparo a los refugiados procedentes del plan de evacuación contemplado por las autoridades norteamericanas.

Un artículo publicado en el sitio web de noticias sudafricano, Praag, señala que el gobierno de esa nación teme que el traslado de tantos ciudadanos de los Estados Unidos a su territorio pueda llegar a cambiar la fisonomía del país drásticamente.

Y aunque los ministros sudafricanos de Ciencia y Tecnología y Relaciones Exteriores, estaban informados de las grandes cantidades de dinero que se pagarían por ofrecer refugio a sus ciudadanos, el Consejo de Ministros rechazó la solicitud de Washington.

Sipho Matwetwe, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Sudáfrica, dijo que: “Sudáfrica no aceptará el plan, porque implica el traslado de millones de estadounidenses blancos a nuestro país ante tal situación de emergencia. Algo que consideramos puede constituir toda una amenaza a la cultura nacional negra y a nuestra identidad como nación”.

El gobierno sudafricano simpatiza con el desafío propuesto por el gobierno americano de ofrecer refugio temporal a sus ciudadanos en las regiones de Karoo y Kalahari, donde podrían sobrevivir de la catástrofe provocada por la erupción del Yellowstone”, comentó.

Pero tenemos nuestros propios retos en Sudáfrica. Hay 200 millones de personas de raza blanca en los Estados Unidos y, si muchos de ellos huyeran a Sudáfrica, eso representaría un gran problema para nuestra nación. Ya que, a pesar de que hay suficiente infraestructura disponible, ello supondría la desestabilización total del país e, incluso, la posibilidad de traer de vuelta el apartheid”, añadió el portavoz.

El gigantesco volcán de Yellowstone ha entrado en erupción tres veces en los últimos dos millones de años, cubriendo una gigantesca parte del territorio circundante. Los mapas, publicados por distintas instituciones implicadas, proyectan que hasta 17 estados podrían verse afectados, total o parcialmente, si el volcán entrara en erupción de nuevo. El sur de Canadá también podría verse afectado, así como todas las regiones del norte de México.

Un Supervolcán es cien veces más potente que un volcán regular y su estallido significaría, no sólo la muerte de millones de personas, sino borrar por completo toda una civilización. Si Yellowstone entrara en erupción, todo el continente de América del Norte se vería afectado. Incluso, la Tierra puede verse sumergida durante varios años en un “invierno volcánico”.

Un análisis reciente de la roca fundida en el subsuelo del Parque Nacional de Yellowstone reveló que una erupción, sin necesidad de ninguna influencia externa, era posible. Sin embargo, extrañamente, los investigadores oficiales del Servicio Geológico de los Estados Unidos sostienen que no hay señales de una erupción inminente.

La posibilidad de que eso ocurra en el transcurso de nuestras vidas es muy insignificante”, dijo Peter Cervelli, director asociado del centro de California, encargado del estudio del volcán.

E, incluso, una investigación reciente promovida por las autoridades americanas, habría demostrado que, supuestamente, el volcán pronto podría apagarse. Los investigadores analizaron el agua y el gas procedente de su caldera y dieron por sentado que el mismo podría estar ya tendiendo su lecho de muerte.

Científicos ajenos a las instituciones del gobierno de los Estados Unidos, sin embargo, se muestran en desacuerdo con esta teoría y, aunque no están seguros de cuándo va a suceder la próxima erupción, han tratado de tranquilizar al público asegurando que lo más probable es que no lo haga en el periodo señalado.

Los científicos creían que las erupciones de estos supervolcanes estaban precedidas por un colosal terremoto que, al resquebrajar la corteza terrestre, provocaba el escape del magma. Pero, una serie de  nuevas investigaciones han demostrado que puede ocurrir de manera espontánea, como resultado de un aumento de la presión.

Los supervolcanes representan la segunda mayor amenaza para la vida en la Tierra, tras la posible colisión de un asteroide.

Según el artículo, los científicos estadounidenses han identificado a Sudáfrica como uno de los territorios en donde la gente podrá sobrevivir a un invierno volcánico provocado por el estallido del Yellowstone. Por ahora, el gobierno americano mantiene estas negociaciones de una forma bastante discreta, ya que no desea causar el pánico entre sus ciudadanos.

En realidad, el supervolcán podría entrar en erupción en cualquier momento, aunque los funcionarios serían, en teoría, capaces de detectar una erupción inminente y dar la voz de alerta de la amenaza a los estadounidenses.

La caldera está siendo monitorizada continuamente por los sismógrafos, en 45 puntos distintos del parque, y es probable que los Estados Unidos tengan al menos un par de semanas para dar inicio al masivo plan de evacuación que tienen preparado, y por el cual un gran número de ciudadanos de ese país serían enviados al extranjero, especialmente a naciones del hemisferio sur, con las que ya han pactado formar parte de dicho plan.

Fuente: La Verdad 2.0.com

sábado, 29 de agosto de 2015

A 10 años de #Katrina: #BayouLafourche, donde cada hora se hunde un área del tamaño de una cancha de #fútbol en #Luisiana

En Luisiana, Estados Unidos, un área equivalente a más de una cancha de fútbol desaparece bajo el agua cada hora.

Los humedales costeros se están erosionando, y con el desvanecimiento del humedal se van las casas y las comunidades.

La cultura local cajún (descendiente de los acadianos, la minoría francesa que emigró desde Canadá) también se ve amenazada.

Paul Chiquet, un bibliotecario local mantiene un archivo de la vida en Bayou Lafourche, uno de los típicos brazos pantanosos de la región del delta del río Misisipí que culebrean hasta desembocar en el Golfo de México.

Chiquet mantiene un salón lleno de vitrinas, mapas, pinturas y fotografías.

También hay embarcaciones en miniatura y varias piraguas, las canoas de fondo plano que se usan para navegar el bayou, como se le dice en el léxico local al humedal.

La vida en Bayou Lafourche gira en torno al agua y el sueño de Chiquet es documentar la vida del pantano y las vidas que han pasado por allí.

"Bayou Lafourche es puro cajún", me dice Chiquet. "Todavía se encuentra todo tipo de comida cajún, música cajún".

Los cajún son descendientes de inmigrantes franceses que se trasladaron desde Canadá hasta el sur de Luisiana, a finales del siglo XVIII.

Los nombres locales reflejan esa herencia; Cheramie, Guidry, Terrebonne.

"Las industrias de aquí son el cultivo, la caza con trampa y la pesca", relata Chiquet de la vida tradicional cajún plasmada en su archivo.

"Todavía tienen sus botes, todavía salen a pescar y atrapar cangrejos". Y continúa siendo una comunidad de familia donde te sientas en el pórtico de la casa y cada domingo haces el "vellier", dice, utilizando la palabra cajún-francesa para la conversación entre familia y amigos.

Leevilee fue fundada en 1883. Menos de 150 años después, está a punto de desaparecer. La erosión es visible bajo los cimientos de las casas.

Una de las vitrinas documenta el primer asentamiento en la costa, en Cheniere Caminada. Cuando fue destruido por un huracán en 1893, la gente se trasladó río arriba.

En el cruce de dos canales fluviales fundaron pueblos en cada esquina; Missville, Orange City, Old Orange City y Leeville.

"Estos son huertos de naranjas", indica Chiquet en las fotografías que registran los pueblos en su auge. "Algodonales, cacería, árboles de duraznos, ganado, maíz, cultivos de verdura".

No es sorpresa que la gente en esas fotos desteñidas hayan desaparecido. Pero llama la atención que muchos de los lugares que muestran ya no existen.

Harris Cheramie se sienta en el pórtico del restaurante de mariscos Leeville Seafood, mirando hacia la única y polvorienta calle del pueblo. Solía ser una avenida principal hacia la costa, pero una nueva autopista elevada pasa por encima y esquiva el pueblo por completo.

"Yo preveo esto convirtiéndose en un lago", se lamenta Cheramie. "Me alegra que no estaré aquí para verlo".

Cheramie lleva operando el único restaurante de Leeville durante 18 años, sirviendo sopa de quimbombó, étouffée de camarones, cangrejo, ostras y otras especialidades cajún a los residentes y visitantes que llegan a pescar. Ha sido testigo de cómo se ha disminuido la población.

"Eso solía ser tierra, todo tierra", dice que las áreas que rodean Leeville. "Yo cazaba en la zona este de Leeville y te digo que era todo ciénaga, ya no hay nada".

Missville, Orange City y Old Orange City ya no existen. Leeville es la sombra del dinámico pueblo registrado en la exposición de Paul Chiquet.

En ese entonces, el pueblo tenía varios cientos de familias. Ahora cuenta con apenas unos cuantos residentes permanentes.

Donde había algodonales solo queda agua abierta. Las lápidas que quedan de lo que era un cementerio se están deslizando hacia el bayou.

La gente aquí ha sobrevivido varios huracanes, incluyendo Katrina, en 2005, y el derrame de petróleo de BP en 2010.

Sin embargo, su capacidad de recuperación está siendo puesta a prueba por una amenaza menos dramática, pero igual de peligrosa: la prolongada erosión de los pantanos y humedales que rodean Leeville y atraviesan la costa de Luisiana.

La tierra del delta del Misisipí fue creada por el sedimento depositado aguas abajo por el río cuando se inundaba. Pero a comienzos del siglo XX, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU. construyó un sistema de diques para evitar que el Misisipi se desbordara.

Esto le trajo seguridad a la gente que vivía a la orilla. Pero sin el sedimento que se acumulaba para formar la tierra, ésta se ha ido hundiendo sin interrupción.

Si a esto se le suma el daño de los huracanes que regularmente arrasan esta parte de la costa, del agua salada que se filtra tierra adentro y mata la vegetación y de los canales excavados por la industria de gas y petróleo, lo que queda es un desastre ambiental en cámara lenta.

Más del equivalente de una cancha de fútbol desaparece cada hora. A medida que la tierra se erosiona, las personas en las comunidades costeras se trasladan a localidades y ciudades más grandes. Con la diáspora de esas pequeñas comunidades, las costumbres tradicionales también quedan amenazadas.

"Pertenezco a la última generación que habla francés aquí", afirma Cheramie. "Creo que nuestra cultura francesa está perdida". Con eso toda la apreciación por la vida en el pantano.

El idioma cajún-francés todavía sobrevive en sus canciones, pero el destierro del bayou también está afectando la música.

"Ser un cajún es amar, vivir y reír. Alguien que ama la cocina y la música", asegura. "Cuando se pierde la tierra, se pierde la gente y se pierde la cultura".

Roland Cheramie vive más arriba en el bayou, en Golden Meadow que, contrario a Leeville, está protegido de la erosión por un dique. Pero no se siente seguro.

"Es triste, es deprimente saber que muy posiblemente antes de que me muera voy a tener que irme de aquí, parar la vida en otra parte. ¡Qué locura!"

La realidad es que muchos jóvenes criados aquí terminarán yéndose de la costa.

Los hijos adultos de Chiquet ya se fueron y él está a punto de hacer lo mismo.

El principal motivo es el costo del seguro contra inundaciones y huracanes. En el nuevo lugar donde se mudará con su esposa la cuenta bajará de US$5.500 a $1.500 anuales.

Pero estarán abandonando la casa que ha estado en la familia de ella durante 132 años.

"Es una hermosa y gran casa cajún, cuatro generaciones han pasado por ella", me dice.

"Mi esposa está muy triste. Está dejando atrás parte de su corazón y eso es lo que los más viejos sienten cuando se van".

Es posible que la cultura cajún sobreviva. Siempre habrá música cajún en los bares de Nueva Orleans y étouffée de camarones en los menús de los restaurantes.

Pero de lo que se lamentan Paul Chiquet, Harris Cheramie, Roland y los otros que conocí en Bayou Lafourche es algo más grande que eso.

"Todo se volvió sobre petróleo y gas", dice Paul Chiquet de la vida en Bayou Lafourche. "No tiene que ver con la tradición ni la herencia ni el estilo de vida. Todo ha cambiado, ya todo es sobre el negocio".

Como la mayoría, Chiquet enfrenta su destino con una mezcla de pesar y pragmatismo.

"Es muy triste", dice de su mudanza, "pero eso es lo que es la vida".

Fuente: BBC Mundo

Accede,al siguiente enlace para la galería de fotos y el vídeo: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/08/150827_cultura_luisiana_bayou_pantano_cajun_desaparicion_wbm